Cáncer de Cuello Uterino

El cuello del útero es la parte inferior del útero (la matriz). El útero consiste de dos partes. La parte superior, llamada cuerpo del útero, es el lugar donde crece el bebé. El cuello uterino, en la parte inferior, conecta el cuerpo del útero con la vagina (el canal por donde pasa el feto al nacer).
Este cáncer (también conocido como cáncer cervical) se origina en el revestimiento del cuello uterino. Este tipo de cáncer se forma lentamente. En sus inicios, algunas células comienzan a convertirse de células normales a células precancerosas, y luego en células cancerosas. Esto puede tomar muchos años, pero a veces sucede con más rapidez. Puede que estos cambios sean referidos como displasia. Estos cambios se pueden detectar mediante la prueba de Papanicolaou y se pueden tratar para prevenir el desarrollo de cáncer.
Existen dos tipos principales de cáncer de cuello uterino. Entre ocho y nueve de cada diez casos son carcinomas de células escamosas, los cuales al observarse con un microscopio, se ve que están formados por células parecidas a las células escamosas que cubren la superficie del cuello del útero. Para el resto de los casos, la mayoría son adenocarcinomas que comienzan en las células glandulares que producen mucosidad. Con menor frecuencia, el cáncer tiene características de ambos tipos y se conoce como carcinoma mixto. También hay otros tipos de cáncer que se desarrollan en el cuello del útero, tal como melanoma, sarcoma y linfoma, que ocurren con más frecuencia en otras partes del cuerpo.
Factores de Riesgo
– Infección con el virus del papiloma humano: El factor de riesgo principal del cáncer de cuello uterino es la infección con un virus conocido por sus siglas VPH (virus del papiloma humano o HPV, por sus siglas en inglés). El VPH realmente es un grupo de más de 100 virus relacionados que pueden infectar las células que se encuentran en la superficie de la piel. Algunos tipos de VPH causan verrugas genitales. Otros tipos, sin embargo, causan cáncer de cuello uterino. Los tipos que causan cáncer se refieren como “VPHs de alto riesgo”. El VPH pasa de una persona a otra a través del contacto piel-a-piel, como sucede con el sexo vaginal, anal y oral. Pero la actividad sexual no es la única forma de contagio del VPH entre las personas. Todo lo que se requiere para la propagación del virus es el contacto de piel a piel con una parte del cuerpo infectada por este virus. De hecho, los médicos creen que una mujer tiene que estar infectada con VPH antes de desarrollar cáncer de cuello uterino.
– Tener relaciones sexuales sin protección, especialmente a una edad temprana, hace que sea más probable infectarse con el virus de VPH.
– Mujeres que tienen muchas parejas sexuales (o que han tenido relaciones sexuales con hombres que, a su vez, han tenido muchas parejas sexuales) tienen un mayor riesgo de contraer el VPH.
Puede que muchas mujeres tengan el VPH, pero sólo muy pocas de ellas llegarán a tener cáncer de cuello uterino. En la mayoría de los casos, el cuerpo lucha contra el virus, y la infección desaparece sin necesidad de tratamiento. Pero en algunas mujeres, la infección perdura y puede causar cáncer de cuello uterino. La infección con el VPH se da principalmente entre las mujeres jóvenes y es menos común en las mujeres mayores de 30 años. Desconocemos la razón de esto. El uso de preservativos (condones) puede ser útil en la protección contra el VPH cuando se usan correctamente, pero aun así se puede transmitir de una persona a otra mediante el contacto de piel a piel con un área del cuerpo infectada con el VPH que no esté cubierta por un condón. No obstante, el uso del condón es importante porque ayuda también a proteger contra otras enfermedades de transmisión sexual como SIDA, entre otras.
A pesar de que el VPH es un factor de riesgo importante para el cáncer de cuello uterino, la mayoría de las mujeres con esta infección no llegan a tener este tipo de cáncer. Los doctores entienden que otros factores tienen que surgir para que se origine el cáncer. No se conocen todos estos factores, pero algunos se incluyen a continuación.
Otros factores de riesgo
– Fumar: las mujeres que fuman son alrededor de dos veces más propensas a padecer cáncer de cuello uterino que las que no fuman. Al fumar, muchos químicos causantes de cáncer ingresan a los pulmones. Estas sustancias dañinas son llevadas al torrente sanguíneo por todo el cuerpo, así como a otros órganos. Se han detectado subproductos del tabaco en la mucosidad cervical de mujeres fumadoras.
– Sistema inmunitario debilitado: el VIH (virus de inmunodeficiencia humana o HIV por sus siglas en inglés), es el virus que causa SIDA y no es lo mismo que el VPH. También puede ser un factor de riesgo para el cáncer de cuello uterino. La infección con el VIH hace que el sistema inmunitario de una mujer esté menos apto para combatir el VPH y los tumores cancerosos en sus primeras etapas.
– Otro grupo de mujeres en riesgo de cáncer de cuello uterino son aquéllas que reciben medicamentos para suprimir sus respuestas inmunitarias. Este grupo incluiría a mujeres que reciben tratamiento para una enfermedad autoinmune o aquellas que se han sometido a un trasplante de órgano.
– Infección con clamidia: esta infección es causada por un tipo de bacteria que puede infectar los órganos sexuales femeninos. Su contagio es mediante las relaciones sexuales. Puede que una mujer no sepa que esté infectada a menos que se le practique un examen de clamidia cuando se le haga su examen pélvico. Algunos estudios sugieren que las mujeres que se hayan infectado en el pasado o que actualmente estén infectadas, están a un mayor riesgo de padecer cáncer de cuello uterino.
– Píldoras anticonceptivas: el uso de píldoras anticonceptivas por periodos prolongados aumenta el riesgo del cáncer de cuello uterino. La investigación sugiere que el riesgo del cáncer de cuello uterino aumenta mientras más tiempo una mujer tome las píldoras, pero el riesgo se reduce nuevamente después de que deje de tomarlas. Hable con su médico sobre las ventajas y las desventajas de las píldoras anticonceptivas en su caso.
– Embarazos múltiples: las mujeres que han tenido tres o más embarazos completos tienen un mayor riesgo de llegar a tener cáncer de cuello uterino.
– Edad joven al momento del primer embarazo completo: las mujeres que tuvieron su primer embarazo completo a la edad de 17 años o menos son casi dos veces más propensas a llegar a tener cáncer de cuello uterino posteriormente en la vida que las que tuvieron su primer embarazo a los 25 años o más.
– Ingresos bajos: las mujeres con pocos recursos tienen un mayor riesgo del cáncer de cuello uterino. Esto puede deberse a que no puedan pagar para una buena atención médica, incluyendo pruebas de Papanicolaou realizadas rutinariamente.
– Historial familiar: el cáncer de cuello uterino puede presentarse con mayor frecuencia en algunas familias. Si su madre o hermana ha tenido cáncer de cuello uterino, sus probabilidades de llegar a padecer la enfermedad son de dos a tres veces más altas que si nadie en su familia hubiera tenido la enfermedad. Esto puede deberse a que dichas mujeres son menos aptas en combatir la infección con el VPH que otras mujeres.
Señales y Síntomas
Si tiene alguno de los siguientes síntomas, vaya inmediatamente al médico:
– Sangrado vaginal anormal, como el sangrado después de tener relaciones sexuales, sangrado después de la menopausia, sangrado y manchado durante el tiempo entre una menstruación y otra o menstruaciones que duran más tiempo o con sangrado más profuso de lo normal. También puede ocurrir sangrado después de una ducha vaginal o después del examen pélvico.
– Alguna secreción vaginal inusual (aparte de su periodo menstrual mensual normal).
– Dolor durante las relaciones sexuales.
Por supuesto, estos síntomas no significan que usted tiene cáncer. También pueden ser causados por otra cosa, pero debe consultar con su médico para saberlo.
Detección
– Antecedentes médicos y examen físico: El doctor preguntará sobre su estado de salud, factores de riesgo y acerca de la salud de su familia. Se realizará un examen físico completo con especial atención en sus ganglios linfáticos para ver su hay algún signo de propagación de cáncer. El médico hará un examen pélvico y una prueba de Papanicolaou si no se ha hecho esta prueba.
– La prueba de Papanicolaou es una prueba de detección, no de diagnóstico. Por lo tanto, el resultado anormal de una prueba de Papanicolaou a menudo significa que será necesario realizar otras pruebas para determinar si en realidad hay un cáncer o un precáncer.
– Colposcopia: Si presenta ciertos síntomas que sugieren la presencia de un cáncer, o si la prueba de Papanicolaou muestra células anormales, será necesario realizarle una prueba llamada colposcopia. El doctor usará el colposcopio para examinar el cuello uterino. Este instrumento, el cual permanece fuera del cuerpo, tiene lentes de aumento como los binoculares. El colposcopio permite que el doctor vea de cerca y claramente la superficie del cuello uterino.
– Existen diferentes tipos de biopsias que se utilizan para diagnosticar un cáncer o un precáncer de cuello uterino.
– Cistoscopia, proctoscopia y examen bajo anestesia: Estos procedimientos se hacen con más frecuencia en mujeres que tienen tumores grandes, pero no son necesarios para los casos de cáncer detectados en sus etapas iniciales.
– Radiografía del tórax: se le realizará una radiografía normal del tórax para ver si el cáncer se ha propagado a los pulmones. Esto no es probable a menos que el cáncer esté en una etapa muy avanzada.
– Tomografía computarizada: Las imágenes de tomografía por computadora son útiles en mostrar si el cáncer se ha propagado hacia otras partes del cuerpo, y también a veces se usan para guiar la aguja en una biopsia hacia el punto en donde el cáncer podría haberse propagado. Una biopsia (muestra pequeña o fragmento delgado de tejido) se extrae y observa con el microscopio.
– Imágenes por resonancia magnética: Las imágenes por resonancia magnética son muy útiles para observar los tumores pélvicos. También son útiles en detectar el cáncer que se ha propagado al cerebro o la médula espinal.
Tomografía por emisión de positrones: Este estudio puede ayudar a ver si el cáncer se ha propagado a los ganglios linfáticos. Asimismo, la PET puede ser útil cuando su médico cree que el cáncer se ha propagado, pero no sabe a qué lugar.