Leucemia Aguda

La leucemia aguda consiste en el crecimiento descontrolado de células hematopoyéticas o células madre (formadoras de sangre), incapaces de madurar adecuadamente, que llegan a invadir la mayor parte o la totalidad de la médula ósea, tras lo cual alcanzan la sangre periférica y, a veces, se producen focos extrahemáticos, en uno o varios órganos del cuerpo, que se comportan como tumores.
Si el proceso de crecimiento descontrolado se realiza de forma muy rápida, de tal forma que se desarrollen extraordinariamente el número de células inmaduras, se denominará leucemia aguda. Si el proceso es más lento, dando lugar a la maduración de estas células, aunque no son células normales sino cancerosas, se denominará leucemia crónica.
Hay otras clasificaciones: así tenemos la clasificación tradicional, según sea la naturaleza de la célula afectada, que diferencia la leucemia linfoide y la leucemia mieloide.
En la leucemia linfoide las células, que normalmente se transforman en linfocitos, se hacen cancerosas y rápidamente reemplazan a las células normales que se encuentran en la médula ósea.
En la leucemia mieloide, los granulocitos no se desarrollan sino que, al igual que en la linfoide, se convierten en células cancerosas que invaden la médula ósea.
Existen diferentes tipos de leucemia en los niños, pero las dos más frecuentes son:
- Leucemia linfocítica aguda, la cual afecta a los linfocitos encargados de combatir las infecciones
- Leucemia mieloide aguda, que afecta a las células que desarrollan otras células.
Los factores de riesgo son:
- Exposición a químicos como benzenos
- Y factores genéticos como síndrome de Down, Li-Fraumeni, Klinefelter o anemia de Fanconi.
Los síntomas más frecuentes son:
- Anemia.
- Hemorragias producidas por la disminución de las plaquetas.
- Hematomas, sangrado de encías o hemorragias nasales leves.
- Infecciones.